Por: Juan Manuel Fernández García
Todos soñamos con un México libre de ignorancia, de la explotación de los poderosos por los que menos tiene, con la igualdad de todos los mexicanos, no importando ni tantito su color de piel, origen étnico ni código postal. Se vale soñar. El problema no lo veo tanto en la ignorancia como en las ganas de no aprender. Las personas tienen miedo de saber, cuando a mi me llena de pavor lo contrario porque si algo me ha enseñado la vida es que la ignorancia es el peor enemigo de uno mismo, ya que nos llena de miedo y si al miedo le aunamos una religión irracional como la católica o la cristiana (religiones más practicadas en México), nos encontramos en un fango espeso, oscuro y pesado que, aunado a otros pesos con los que carga la sociedad, nos hace un poco imposible caminar hacia el país que queremos y podemos ser.
La caminata a San Juan de los Lagos, Jalisco, para festejar la fiesta religiosa de La Candelaria el 2 de Febrero, en lo personal, es una de las bestialidades más grandes cometidas en nombre de la “fe” en este país, instaurada hace más de 200 años por un sacerdote al cual se le ocurrió que para limpiar los pecados cometidos en la Feria de León, tenían que limpiar sus almas caminando desde León hasta San Juan a visitar a la Virgen de la Candelaria (una mona de 30 cm. de alto).
Acabo de cometer una de esas estupideces felices que por lo menos sirven para abrir un poco los ojos sobre las tradiciones mexicanas que tanto enriquecen el acervo cultural de nuestro país pero que algunas de ellas son tan retrógradas e irracionales que atentan contra la naturaleza humana y la integridad personal. Caminé durante 22 horas por terrenos irregulares, a temperaturas que fueron desde los 3º hasta los 30ºC, al margen de una autopista con el peligro constante de morir atropellado, con el viento en contra, ampollado, rosado, y resulté con insolación y quemaduras de segundo grado en mis brazos.
Lo pasado no lo hice por otra razón más que la pura curiosidad de la experiencia, y vaya experiencia. Hasta hoy entiendo la frase de que “uno como quiera… las criaturas”, y es que llevar a niños de meses, en carriolas, en brazos, en cangureras, soportando en contra de su voluntad todo lo que arriba mencioné que yo soporté con tal de llegar al destino, no lo considero natural si se supone que el primer instinto paternal es el de proteger la vida y la salud de sus hijos y por cumplir con un fanatismo ciego auspiciado por la mafia sacerdotal que no cuidan más que las putas limosnas que les pueden llegar, en vez de procurar a sus seguidores, los alientan a volver el siguiente año.
Si remotamente Dios existiera (lo pongo con mayúsculas porque me guste o no es un nombre propio), se supone que sería bondadoso, misericordioso y mustio como nadie. Igual se dice de su esposa María, “llena de gracia” y la única gracia que le hallé a ésta representación de 30 cm. de alto es que le encanta ver a sus “hijos” destrozándose los pies por dizque mandas, exponiendo la vida de sus niños para pagar favores celestiales, encontré que es muy gastalona la mona esa, porque hasta los más humildes le entregaban unas limosnotas que ya quisiera yo para comer varias semanas sin problemas, y no le importa porque primero está ella, sus necesidades de vestido (uno sólo de color azul bordado en oro que no se lo cambian nunca), de vivienda, una catedral igual pintada en y adornada en oro, y de sus sirvientes, una bola de sacerdotes huevones, descarados, mafiosos que viven del miedo que infunden en los feligreses, sentados en sus tronos cantando cosas inteligibles con palabras que no comprenden la mayoría de los que las escuchan, que destrozados, todavía tienen las ganas de agradecerle a esa mona que no tuvo más gracia que estar ahí en el momento adecuado, en el lugar indicado para “hacer el milagro” de revivir a una niña acróbata que en el último acto cayó sobre unos cuchillos. Una de dos cosas, o fue casualidad, o fue sólo una mentira.
Como todas las leyendas, o se cree o no, lástima que se colgaran de ese echo para atraer turistas y sobre todo, dinero para sostener la vida lujosa y excéntrica del clero, a expensas del bienestar de sus ovejas.
Por más que quise hacerles ver su error, tratando de entender el mío por hacer el recorrido, sólo recibí miradas atónitas de mis palabras blasfemas y pensamiento corrompido por el demonio. “Todo lo que te enseñan en la escuela es malo”, me dijo una tía. “Todo lo que le enseñan a ella en la iglesia es mentira, como por ejemplo, el que le digan que en la escuela enseñan cosas malas, ¿dígame si es malo que un médico aprenda a curar en la escuela de medicina, que un licenciado sepa de leyes y proteja a los menores violados por sacerdotes, o que un comunicólogo comunique lo que considere pertinente para hacer crecer a su país, o que un maestro, en una escuela enseñe a leer y a escribir a los niños o a los adultos que así lo quieran?” le contesté; no me respondió nada.
Las buenas acciones, se dan por conciencia humana, no por mandato divino. El miedo a lo desconocido, la ignorancia pues, hace que las personas cometan estupideces. Así como los sacrificios de doncella y guerreros para el Dios del Sol, igual ahora vemos sacrificios propios para una imagen inanimada a la cual le atribuyen poderes inexistentes.
Con éste tipo de tradiciones no se hace más que degradar la condición humana y se sigue humillando al mexicano creyente para controlarlo más eficazmente.
Desde aquí, y porque viví para contarla, les pido que eviten a toda costa que las personas se expongan a peligros innecesarios por puro fanatismo absurdo. En La Biblia dice: “La verdad os hará libres”, Rius dice: “La verdad os hará libres… y ateos”, yo digo, ¡busquemos la verdad!
Post Data: América: No me robé tu idea ni tu protesta, sólo hice fenomenología.