lunes, 12 de julio de 2010

Versión imprimible, Calmecac número 23, mes de Julio de 2010

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Instrucciones de Impresión y armado
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Revista imprimible Calmecac número 23, mes de Julio de 2010
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Contribuyentes editoriales: Alejandro García Miranda, Joel Eduardo Rico Vallejo

Dirección: Joel Eduardo Rico Vallejo

Diseño: Juan Manuel Fernández García

Escritores: José Alfredo Cabrera Morales, Gerardo Borda, Michelle Carrillo, Luis Fernando Martínez Padrón, Cecilia Castro Gutiérrez (México, D. F.), Juan Manuel Fernández García (Romita, Gto.), Nadia Nayeli Ramírez Becerril (Jiquipilco, Edo. de Mex.).

Editorial

Cuerpo y alma han de unificarse una vez más en nuestras ceremonias ancestrales; dos mentes pueden triunfar en los delirios del amor, o aborrecerse hasta el final de los tiempos.

Mientras los mortales perecen en el ocio humano, nuestro reencuentro ideológico se satisface con el mezcalito que nos permite conocer la verdad en la danza del chamán; en el humo de la yerbasanta podemos ser testigos de nuestros pasado y nuestro presente, el futuro ya lo hemos de forjar en los amores, sueños, caricias y la amistad marcada por el jade.

Nunca hemos de olvidar el nido que nos ha visto crecer, pido entonces a Dioses me permitan ofrendar mis caricias, mi fuerza, mi lucha, el reencuentro con los amigos que regresan… honramos tu sabiduría, nos enamoramos con tu poesía y gritamos aguerridos tus anhelos de victoria…

Permitirme abrir tus puertas Calmecac, “perdona nuestras ofensas”, nosotros ya hemos perdonado una y otra vez a los que te ofenden; cumplimos la voluntad de nuestros sabios lectores, nosotros que buscamos los atributos del águila, los atributos del ocelote, hemos de marcar nuestros cuerpos para continuar la batalla. Si hemos de ser purificados o desgarrados al enfrentar a los Dioses, que las enseñanzas queden pues a voluntad de los hombres, para manifestar su evolución.

Yehica ca cenca mahuiztililoni in itlachihuatzin in tlali

(Porque son muy respetables las criaturas de la tierra)

Huehuehtlahtolli

Ídolo en blanco y negro

J. Alfredo C. Morales.

Camino desnudo en tono blanco y negro… las escalas sigilosas de mis pies se clavan en el asfalto frio; desconocidos señalan mi paso, tal vez les preocupa que me resfrié, o que pesqué una de esas enfermedades de moralidad.

Veo mis manos para esforzarlas a tratar de capturar las burlas hacia mi cuerpo sin estética new age… lo único que alcanzo es la vergüenza de que me vistan con blasfemias y oraciones chapeadas en oro santidad.

Comparto la belleza de mi frágil cuerpo atormentado, cubierto por una delgada capa de cordura, huesos en piel y piel sin carne virgen; ¡disfrútame infierno en vida!, pecado pirata de la copia original quebrantada en el Edén, no niego el pecado de la carne satisfecha… si es que me niegan la entrada al paraíso, yo le gritaría al mismo Dios muerto, ¡que preferiría ganarme el infierno antes de hincarme a lo que aun no comprendo!… si es que la sabiduría tiene el precio del destierro, que venga a nosotros tu reino.

Oriundo de la porquería en masa, el que esté libre del mismo pecado de la liberación, que lance la primera piedra en negro, para purificarse en los golpes de pecho en el blanco…

¡Qué cobarde seria querer crucificarme entre el Blanco y Negro!

Un juego de sombras ambulantes deforma entre las calles la putrefacción emocional de mi cuerpo; reflejo de un ser raquítico abandonado por el incierto murmullo de la muerte.

En blanco y negro he definido mi vida… Es cierto que mi desnudes parece perfecta en el blanco… el tono negro aun es producto de mi duda; si bien las calles no tiene color, carezco entonces del sentido razonable en la escala de grises.

Dicen que los ídolos son reconocidos en un mundo desquiciado, erigen un mañana donde no distinguen su destino, maldición incipiente de su imagen de mártires en mercadotecnia; me asfixia el estrés de un futuro en negro y me oculto en la pureza del blanco; blanco y negro una batalla contrastante de equilibrio bipolar.

Todos reconocerán al hombre que se levantó y anduvo desnudo en las calles dentro del blanco y del negro. Deseo que mi consagración se traduzca en idiomas de erotismo… que las nenas enmudezcan y se lancen contra mi cuerpo idolatrado por la soledad… que mi fama se incremente por el mundo ¡me vale madre!... yo solo salí a caminar desnudo, y me atreví hacerlo en Blanco y Negro.

Sin título

Gerardo Borda

Un joven ángel sale del templo, desintegrado en miles de pedazos. Debajo de sus alas está pegando su saliva, mientras que de sus pestañas gotea sangre fresca… Abrió sus manos y gritó, y por más que gritó, yo cerré mis ojos y seguí succionando su sangre.

En las afueras, hay cuerpos descompuestos, sacrificados y mutilados, como ofrendas al amor, destruido por el odio.

Se secaron mis besos, que antes di por amor y ahora solo me queda disfrutar la mediocridad.

Debajo de fragmentos ardientes de mí mismo, estoy sembrando lágrimas en mi nauseabundo mundo. En mis manos se marchitan las flores y en mi boca se coagula la sangre.

Sacó mi cuerpo del fango y el ángel puso sus alas en mis brazos para poder escupir mis pecados, lamo sus heridas con mi boca, he besado su corazón, he amado su carne en el portal, mi lengua se petrifica en la base del monumento y mis cenizas son repartidas en el fondo del mar, donde yace una bestia lista para devorarlos.

Sobre tus rodillas, me acosté, te llamé con esta boca, extendí mis manos suplicando que mi alma se perdiera en la obscuridad. Recé en la noche obscura suplicando y gritando con mi último aliento de vida.

Quiero mostrarme ante ti, crucificado y a punto de ser devorado por gusanos.

Hay sangre divida en mis lágrimas, pues ya no puedo llorar lágrimas puras… se han secado, se han ido.

Lleno de rencor y odio quiero sentirte, lleno de frustración y resentimiento quiero recibirte…

Déjame llorar…

Déjame sentir…

Déjame dormir…

Déjame rezar…