lunes, 16 de agosto de 2010

Versión imprimible, Calmecac número 24, mes de Agosto de 2010

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Instrucciones de Impresión y armado
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Revista imprimible Calmecac número 24, mes de Agosto de 2010
http://www.mediafire.com/?hu3fjx7nnk9kw06

Contribuyentes editoriales: Alejandro García Miranda, Joel Eduardo Rico Vallejo

Diseño y Dirección: Joel Eduardo Rico Vallejo

Escritores: Ulises Regalado Ramírez (Guanajuato, Gto.), Mario Iván Samaniego Contreras, Luis Fernando Martínez Padrón, Cecilia Castro Gutiérrez (México, D. F.), Alex Garrigóz (Guanajuato, Gto.), Juan Manuel Fernández García (Romita, Gto.), Michelle Carrillo.

Editorial

Ya es Agosto y el camino deja de ser angosto, todos a prisa pa’ celebrar, pero ¿a qué costo?; costo el del Parque Bicentenario, ojalá que dentro de un mes lo conviertan mínimo en un balneario.

Los convidados de Agosto dice Rosario, aunque a Balún Canán no le celebremos su aniversario; tampoco le hacemos un parque a Quito, pues a nadie le importa que en América fue el primer grito. Crees que en Hiroshima y Nagasaki estén brincando de alegría, cuando hace sesenta y cinco años dos estúpidas bombas terminaron con sus días.

¡No señor! Es como celebrarle a Hernán Cortés la conquista a Tenochtitlán, prefiero ir a la tumba de Zapata y llevarle un tulipán; ¿Qué diría Amado Nervo? En Agosto Adolfo nunca quiso criar cuervos, ahora ya no sabemos qué hacer con ellos; aunque el pasado, no deja de forjar momentos bellos.

Hay que ser conscientes y celebremos el presente, nada de ataduras, mucho menos envolturas; hay que buscar nuestra propia libertad y siempre hablar con la verdad, no debemos temerle a decir lo que pensamos y siempre saber por lo que peleamos; sin importar que con eso nos lleven a la horca: “En la bandera de la libertad bordé el amor más grande de mi vida”, dice el gran Federico García Lorca.

Cuando dios no dejó de existir

Ulises Regalado Ramírez

Andábamos extraviados, con las pupilas nubladas y los sentimientos sordos. Éramos pasajeros sin mapa, latidos con cicatriz y trozos de corazón en la carretera. Trotacuepos sin caricias, peregrinos en búsqueda del recuerdo roto, girábamos con el ala mordida y el eco desenchufado, sin saber que en algún confín habíamos olvidado respirar los caminos para eclipsarnos.

Erase una vez un antes sin ti, cuando las noches flotaban en barcos que escupían fantasmas, y en los cuernos de la luna, los piratas disparaban miedos que se columpiaban en la almohada y carcomían mis sueños. Parpadearon los años, la espera naufragó con el viento y emigró lejos de mis brazos, entonces la primavera invernó y sembré en los otoños el verde de tus montañas tan frescas como bosques en invierno.

Y fue así que desde pieles lejanas, los pétalos de un amor suspiraban tu brisa, tu voz perfumada esperando el cielo de mi ser, de mi ser enamorado al pisar tierras féminas, embrujadas por el duende de tu magia en curvas que derriten mi deseo húmedo. Tan solo era un extranjero de tu cuerpo, una emoción perdida en los labios, el te amo que reconocieron tus besos. Porque de ti pude arrancar el fruto de las estrellas con solo cerrar los ojos, me reconocí tuyo frente al espejo de tu mirada hecha sol. Y en la intimidad de nuestros refugios tu vida se volvió evangelio de mis días, en ese instante entendí que el amor no nació en Paris, nació en ti, en el vagón de dulces momentos.

En el gusano y unos cuates

Iken

En la barra de vieja cantina,

hay un loco pidiendo licor;

¡Mozo! Sírvame en la copa rota

porque… quiero ver a qué sabe el olvido,

¡Mozo! Sírvame en la copa rota

porque... yo lo que quiero es que vuelva.

Y volver, volver, volver…

Allá en la mesa del rincón

hay un tonto abrazado a una guitarra

y en su cerveza hay lágrimas sal y limón,

que canta vive dichosa debajo de los laureles,

porque la vio estrenando novio allá en el jardincito.

Paloma negra, paloma negra

¿Donde andarás?

Tanto la quería,

que vendí mi toro barcino y a la vaca colorada.

Y quiero que me vuelvan a mirar tus ojos

porque yo, te amo con la fuerza de los mares.

¡OH! Mi Michelle

Porque tú sabes que:

Amor como el nuestro no hay dos en la vida

¡OH! Mi Michelle.