miércoles, 16 de septiembre de 2009

Aquí está ya la versión imprimible de la edición número 13 del mes de Septiembre

Tomando en cuenta sus opiniones y comentarios, Calmecac sigue evolucionando, muchas gracias a las personas que hacen posible que este proyecto perdure. El archivo viene en formato PDF así es que necesitas un programa para poder abrirlo, si no tienes alguno puedes bajar gratuitamente el Adobe Reader en www.adobe.com o bien buscar otro. Te recomendamos primero bajar las instrucciones de impresión y armado, si tienes alguna duda, contáctate con nosotros a revista.calmecac@gmail.com

Instrucciones de Impresión y armado
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Revista imprimible Calmecac número 13, mes de Septiembre
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Septiembre, edición número 13

La edición número 13 de la revista Calmecac, correspondiente al mes de Septiembre la podrás encontrar en:

IRAPUATO:

- La Casa del café (Junto a tienda Del Sol)
- Casa de cultura Centro
- Casa de cultura Chinacos
- Librería Edukal (Junto a casa de cultura centro)
- Café Valakia (Berriozabal, junto al Hospitailto)
- Café Las Cigarras (Berriozabal, junto al Hospitailto)
- Centro de idimoas (Junto al reloj de sol)
- Café Tiu (Junto al reloj de sol)
- Centro Cultural Tonatiuh (Jesús García, frente al hospitalito)
- Liceo Cervantino
- Italian coffee (Centro, Guerrero y Soriana)
- Universidad Quetzalcóatl (Caja)
- Centro de capacitación Allende

GUANAJUATO y SALAMANCA próxima semana

Editorial

Detener el tiempo es tan simple como girar ciento ochenta grados y comer tunas de cabeza... Detener el tiempo implica sabiduría de grandes poetas y sonidos sordos de ruidos y cantaletas. Si detenemos el tiempo, viviremos más, si conocemos el tiempo que habríamos de detener, daremos más, conoceremos más de lo que aun desconocemos… nunca llegaremos tarde, ni temprano; y el significado de mañana se volvería tan innecesario como la burocracia en un país subdesarrollado en un vicio global, así que todo se haría en el consecutivo instante de vivir, y las melodías trágicas del ayer y hoy se volverían un desenfreno catatónico para las mente incrédulas.

Si detuviera el tiempo, sería tan sencillo dormir y estar despierto, el acto de morir sería absurdo y muy confuso… un juego de niños sería más complicado pues este necesita reglas. La historia seria sinónimo del ahora y los errores se manifestarían en las soluciones que eviten catástrofes. Lo próximo en suceder ya estaría sucediendo y los planes no tendrían sentido alguno pues se confundiría con lo espontaneo, generando una iniciativa constante en acciones que revolucionarían el mundo… pero detener el tiempo nos trascendería a la pulcritud de conocer nuestro rumbo.

Detener el tiempo, implica ser parte del tiempo, activar metáforas y malgastar banalidades, no en rosa, ni en negro, pues también está el carmesí y el magenta de los poetas francos. No te pido que detengas el tiempo, pues es demasiado, no seas absurdo pues el tiempo no se detiene, al menos que seas un soñador emprendedor, de los que la monotonía reconoce como imbéciles… no te pido que comprendas palabras coloreadas en idealismos mágicos, sólo reconozco que no hay perfección sin anhelos, ni una luna sin misterios.

El Calmecac en su extenso colorido se sustenta en la fe mística y el don de sus poetas aztecas, fieles contactos con el mítico desdén enervatico de su erudición… Detén el tiempo, pues sólo es un reto… ruiseñores creadores de palabras y protectores jaguares de tu corazón.

Cuentos para niños a la media noche

Entre Comillas (esta silla esta re’ incómoda)

Por: Luis Fernando Martínez Padrón

En el año 2009 y especialmente este mes de Septiembre, el escalofrío recorre taciturno las enrejadas mentes de posteridad histórica, enalteciendo a los héroes que nos brindaron la seguridad de erguirnos con dignidad. ¡Ah! Cómo recuerdo a Fantomas, Speedy González, Superman y Goku… ¡momento!, esos no son nuestros héroes (son extranjeros) y ante tal actitud desencajada, sobre la rica mezcla de verdad y figuras emblemáticas; indulto ante ustedes la invariable muestra de un pobre entendimiento de la historia de nuestra país.
Pero abundando en la materia y sintiendo la culpabilidad de un reo en el patíbulo, deseo comunicar la sincera admiración que provoca ver los adornos en calles, avenidas y bulevares existentes en nuestra república, que indudablemente matizan de colores a nuestra nación.
Y ¿cómo no observar el colorido reciente que ha tomado nuestro país en aras de combate a la “delincuencia organizada”? Tiñendo de un rojo pasión la sabrosa tierra del cuerno de la abundancia e infligiendo tórridos cuentos de terrorismo casero que suponen un deterioro político y económico a ultranza.
Aunque la verdad discrepa en soliloquios de palabrería política inentendible para mortales como nosotros, y nos enorgullecen por contar con estas personas en nuestro ambiente de “servicio publico”, aun con cuentagotas y entendiendo sólo los pronombres personales; seguimos alentando a “nuestra querida” armada a destruir y ganar la guerra contra los “malvivientes” que actúan en el país, por eso viva el PRI PAN y Carlos Salinas de Gortari, digo, Felipe Calderón Hinojosa (¿Qué coño me pasa hoy?).
Lo crucial de nuestra tierra no es en dado caso una pelea para que “vivamos mejor”, los intereses sobreexpuestos generan cofradías bizarras y el pueblo con más circo y menos pan (comida no se vayan a confundir). Entonces las necesidades sociales y la insuficiencia deambulante te lanza a buscar consuelo largándote al gabacho y dejando familia y demás, por vivir dignamente y bajo la ley o en otras circunstancias vendiendo la grifa, la cola de borrego, el churri, el chirrín, el pasto, la mariaeugenia… ¡uta!, que cultura me cargo.
Es en este punto donde los problemas se convierten en cuadros abyectos de discordia filosófica; ote vas de ilegal dejando a todos o te metes al narco y eres ilegal en tu país (con las consecuencias que eso puede tener… sobornar ¿Entiendes?). Contradicciones que acaban por aprisionar a los más vulnerables y terminan por ceder a tentaciones intrínsecas.
La economía global encarece y deja sin lugar a poblaciones pobres; enfrentando a las clases sociales y abriendo más la brecha del despotismo. Porque a los servidores públicos la mentada (como una palabra para mencionar o nombrar algo y la de madre también) crisis les hace lo que el viento a Juárez. Esto se ha dado a lo largo del tiempo (y como no se de historia me pueden refutar los que sí saben) o ¿como olvidar la época final del porfiriato?, cuando en 1908 comenzó una de las crisis financieras globales más grandes y que afectó con suma intensidad a nuestro país, volviéndose las personas más pobres y endeudándose ante los patrones extranjeros; culminando esta en 1910 con un levantamiento armado que se llamo… ¿Cómo se llamo?
¿Y qué hizo el gobierno en ese entonces? Prácticamente lo mismo, invadió el territorio nacional con soldados que reprimían a punta de bayoneta cualquier movimiento liberal, entregar el país a empresas extranjeras, Estados Unidos prohibía la inmigración de mexicanos; además a sólo una sequía que hacia perder las cosechas y los servidores públicos recortaban la renta publica a lo más necesario, haciéndose de la vista gorda ante la problemática social y poniendo un significado a la subida de impuestos para la gente que menos tenia.
Aunque recordemos con rimbombante satisfacción que eso ocurrió en un sistema dictatorial de principios del siglo pasado (o sea 1908 – 1910) entonces la actualidad nos recrimina por olvidarnos de nuestro pasado histórico y se carcajea de nuestra credulidad a pesar que los tiempos que estamos viviendo son modernos y nuestro dramatismo es el preludio a la extinción de los seres humanos por castigo divino.
Entonces de ninguna manera el gobierno puede controlar la gran multitud de sombras de este territorio, sus gastos innecesarios, su pasividad ante consorcios multinacionales y monopólicos, incitar a continuar en un juego que sólo ganaría legalizando, militarizar las calles con los problemas que se presentan con eso, tomar gastos de pureza ante la necesidad de la gente y restregarle en la cara lo costoso e innecesario del congreso, el sistema judicial y sistema ejecutivo nacional.
¿Que cómo nos va a ir? Pues no es una pregunta difícil, seguiremos agachados como siempre intentando decir obscenidades al aire libre, compitiendo por ver quién es más hombre, quién aguanta más para tomar o si en dado caso se hace una revuelta, matándonos unos a los otros mientras los titiriteros comen caviar y se adueñan del lugar; por eso lo mejor que podríamos hacer sería matar a toda la clase política nacional (upss… perdón por los que tengan familiares o amigos dentro de ese sistema) con eso comenzaríamos a darle un cambio urgente a nuestra sociedad. Pero ante el asombro de mis palabras mejor disfrutemos del grito de independencia ya son 199 años de libertad (sin comida, vestido, voz y voto) pero sí con mucho entusiasmo por recibir de manera latente nuestro compromiso mexicano de ver si encontramos una nalguita y nos empedamos hasta no ver a dios, al fin y al cabo ni yo sé historia y a ti prácticamente te vale madre si alguien no tiene para comer, por eso y mucho más hay que gritar ¡Viva México ca…! No, estoy asqueado de ustedes.
Nota: No soy recatado, si no terminé la oración de guerra no fue por un síndrome de corrección al escribir, y si alguno piensa que no puedo hacerlo o me dan miedo las palabras, les puedo decir unas que me sé… cabrones, pendejos, hijos de puta, putos. ¿Qué? ¿Se sienten mal por estas palabrerías? Entonces a la verga, hay que tener fiereza para hablar y escribir lo que uno siente.

A metro y medio del asfalto

Realidad, una elaborada fantasía

Por: Héctor Hernández Alfaro

Me encuentro viendo cómo la vida pasa delante de mis ojos. Creyendo que todo lo que veo es real, no me dejo espacio para cuestionar si lo es. Momentos como este son tan comunes, durante mucho tiempo ni siquiera pude percatarme de su existencia. Inmerso en una realidad de la cual pocos logran escapar ¿Quiero escapar de ella? ¿Estoy realmente convencido de su veracidad? Quizá sólo me aferro a mantener lo conocido como si fuera real. Un miedo inherente se apodera de mi cabeza cuando pienso en esto.

¿Será real lo que considero real? Cuando esta duda llegó, muchas más le precedieron. Sería muy fácil para mí sólo aceptarlo, no cuestionarlo, apegarme a ello y adaptarme al resto de las personas, después de todo ¿Quién soy para decidir y separar lo real de lo irreal?

¿Los grandes pensadores aceptaron la realidad de sus respectivos contextos? Si lo hubieran hecho, seguiríamos creyendo que la tierra es el centro del universo.

Estoy en un punto en el que no quería llegar, no sé si voy o vengo, perdido en un mar de pensamientos, me alejo de la realidad, someto a juicio todo lo conocido y lo aún sin conocer ¿En dónde estoy? ¿Realmente existo? ¿Qué soy? ¿Por qué estoy aquí? Quisiera poder responder todo esto, pero cada vez que logro disipar una duda, diez toman su lugar y la confusión interna se hace más grande ¿Por qué no lo acepo y me evito problemas? Soy incapaz de sacar todas estas ideas de mi cabeza. No puedo apagar mi cerebro ¿Por qué no tenemos un botón de reinicio como las computadoras? Otra maldita pregunta.

He oído con anterioridad: “El cuerpo humano es una máquina”. Entonces, si así fuera, debemos tener un límite ¿Cuál es el límite de nuestra mente? ¿Podremos algún día responder todas las preguntas? O nos quedaremos pensando que ya las tenemos.

Sé que las respuestas están en algún lugar. Pero no soy capaz de encontrarlas; sin embargo no puedo dejar de buscarlas. Decía Aristóteles: “Todos los hombres tienen naturalmente el deseo de saber”.

Tal vez alguien ya las encontró antes q yo, pero no dio a conocer sus resultados. O las respuestas encontradas lo ha obligado a vivir en sí mismo, alejándolo con ello de todos nosotros. Es posible que al conocer todas las respuestas, no tenga interés en nada de lo que le rodea, perdió interés en lo material y en las relaciones humanas. Ha perdido lo más bello que tenemos: la capacidad de aprender.

Donde siempre, me duele la cabeza, estoy cansado y busqué la forma de hacerme creer que no es tan bueno conocer todas las respuestas, y después de todo ¿Quién soy para delimitar la delgada franja entre lo real y lo irreal? Después de todo ‘irreal’ sólo tiene dos letras más.

“La lógica no ha dado ningún paso hacia adelante desde Aristóteles”

Por: Yanine Quiroz

"Sí, a nosotras no nos gusta que tu furia acabe extendida sobre nuestros cuerpos,
pues es tan fácil que te prendas con lo más mínimo,
después de haberte callado ríos de frustaciones,
¿por qué?, ¿por qué a nosotras?

Y como todo lo que sube tiende a bajar, ya
conocemos esta vieja rutina,
golpea sin razón, aléjate y regresa lanzando flores de conciliación

Ahora tú mujer,
enmascara esas lágrimas con el polvo más colorido,
sube la mirada y levanta los hombros,
no mires atrás

Coloca la cena sobre el linaje de mármol,
acaricia la timidez de tus hijas,
hay té de limón esperando

Te daré una protesis que sane tus ojos,

que asegure tu llanto para que no se gaste,
después de todo es todo lo que necesitas"

Seguridad e ilegalidad


Por: Juan Manuel Moreno Galván.

“…a la injusticia no se le debe responder con otra injusticia”.

Diálogo con Critón. Platón.

La ola de violencia e inseguridad que azota nuestro país, ha alcanzado niveles críticos. La lucha de nuestras autoridades para la erradicación del problema, es una constante diaria en el trabajo y esfuerzo de las diferentes corporaciones de seguridad, en la cual ante los hechos, la ciudadanía ha sido involucrada en aspectos de los cuales anteriormente no era partícipe.

Es un hecho y una realidad, que se ha soltado una guerra sucia interna, entre el narcotráfico y las dependencias gubernamentales de seguridad. Desgraciadamente ante la inteligencia y tácticas utilizadas por elementos policiacos, hemos encontrado algunas deficiencias en el funcionamiento de los protocolos de seguridad, en los cuales tropezamos con grandes paradojas existentes en el discurso y la acción.

La ciudadanía, se encuentra gravemente preocupada por los procedimientos utilizados en los cuales se ha involucrado a la sociedad, sucesos que antes nos parecían lejanos, hoy los vemos y los saboreamos como el pan de cada día. Lamentablemente, como respuesta de las autoridades ante el combate a la delincuencia, se ha violado el funcionamiento y cumplimiento de los derechos fundamentales, la seguridad jurídica de los ciudadanos y el respeto irrestricto al estado social y democrático de derecho de los individuos.

Como ciudadanos tenemos un compromiso con y para la sociedad, es preocupante esta situación que nos afecta directamente, es nuestro deber exigir y ejercer presión por medio de la cultura de la denuncia y hacer un señalamiento puntual a nuestras autoridades encargadas de las seguridad, para la supresión de procesos que violan los derechos públicos y sobre todo salvaguardar el estado de derecho de las personas, haciendo cumplir la constitucionalidad como es debido, para el buen funcionamiento social bilateral y no combatir la ilegalidad con otra ilegalidad…Paz.

Ella estaba rota

Por: Jesús Brilanti T.

Ella estaba rota en realidad, y aparentaba que no lo sabía; yo estudiaba en la facultad de filosofía y ella en la de arquitectura. Supe de su estado fragmentario desde el primer día en que la vi andando cabizbaja por uno de los pasillos de la universidad; a partir de tal instante no pude olvidar su rostro cual reflejaba ante mis ojos la ruptura, por que uno suele darse cuenta a quien se la ha caído el alma en la acera y se le ha hecho pedazos, no quedando más que levantarlos e intentar volver a colocarlos lo más cerca de donde late la esencia que nos permite dormir y despertar al día siguiente; mas nada suele ser igual.
A la fémina rota le veía muy a menudo y cuando me percaté de tal constancia era por el hecho de verle a diario en la cafetería, ella ahí, siempre acompañada de una taza de café y un cigarrillo cual por lo regular era seguido por otros cuatro más. Siempre despertó en mí bastante curiosidad pero nunca pude acercarme lo suficiente, nunca pude explicarme por qué, la timidez nunca fue una característica mía, sin embargo había algo que parecía una barrera, sentía que algo estaba roto y ello me detenía. Hay cosas que uno jamás terminará de comprender, y una de ellas fue el hecho de que no pude contener esa extraña necesidad por verla, aunque fuese a la distancia; las once treinta de la mañana y ella estaba siempre en la misma mesa de la cafetería, dando pausados sorbos a su taza humeante mientras se acorazaba en una nube de cigarrillos, por mi parte no me importaba faltar a mis clases para estar a esa hora, de la misma manera bebiendo café, abrumado por la distancia, aturdido por las pláticas banales de decenas de personajes que atiborraban aquel espacio de la universidad. A pesar el alboroto constante de las mesas, las sillas, los platos, los ceniceros y demás, parecía en cierto momento, que la vaciedad nos conectaba a ella y a mí. Ella se percataba de mi presencia, al parecer no le incomodaba, tal vez me veía como a uno de tantos que estaba ahí, sólo para escapar de las aulas. Con el pasar de los días no tuve más que admitir que era ella demasiado atrayente para mí, a pesar de su tristeza, a pesar de su soledad, a pesar de la ruptura que yo podía admirar en su persona; era la mujer que yo había perseguido en mis sueños, era a quien le había dedicado mis escritos antes de conocerla de manera tangible. Por casualidad supe su nombre, Luisa, y el mismo tuvo eco en mi cabeza durante bastante tiempo. Las cosas, sentí, se me estaban saliendo de control, no podía seguir atormentándome sin siquiera estar seguro si para ella yo existía, de tal manera un día planeé esperarla al final de sus clases, la esperé en la calle, me sudaban las manos, fumaba un cigarro e intentaba calmar mi ansiedad dando ligeros golpes con mi zapato izquierdo al suelo. Ella por fin salió, pero justo y había dado unos cuantos pasos cuando un tipo muy blanco, alto y bien parecido la interceptó, Luisa lo abrazó pero él la apartó de sí bruscamente, le dio un tirón del brazo, comenzaron a andar mientras el sujeto le gritaba, ella sólo asentía con la cabeza, creí a lo lejos verle llorar. Esta vez no tomé el metro para regresar a casa, caminé perdiéndome en la enormidad y soledad de la gran urbe repleta de almas que iban y venían.
No importándome lo ocurrido, al día siguiente estuve a la misma hora en la cafetería, pero la mujer rota nunca llegó. Esa tarde llegué a casa y comencé a sentir que algo se rompía también dentro de mi ser. Un día más, no perdí la fe, mismo lugar, mismo café y mismo cenicero sucio frente a mí; un poco tarde pero entró al fin Luisa a la cafetería, esta vez no se sentó en la misma mesa, buscó otra dándome la espalda, intuí que algo no estaba nada bien; guardé luto por espacio de veinte minutos, me incorporé de mi asiento y con todo ánimo me dirigí hasta su lugar para pedirle un cigarrillo, a lo que ella respondió a penas audible: -¡no tengo!-, dichas palabras no me dolieron, lo que me dañó fue ver su rostro golpeado que fungía enmarcando a resonancia extrema un ojo totalmente morado; se agachó, comprendí que era ilógico y estúpido preguntar si estaba bien. Salí a paso lento del lugar aquel que a pesar de su algarabía se me antojaba salvajemente silente.
Aquel día volví a regresar andando a casa, el caminar se había vuelto una terapia para mí, mientras caminaba podía conversar conmigo mismo y pensé en tales circunstancias por que Luisa estaba rota, si acaso esa era la razón, maldije al mundo mientras me interrogaba sobre las circunstancias que uno jamás podrá comprender, mientras, nunca escuché unos pasos tras de mí que apresuradamente me hacían compañía, volteé para encontrarme con el rostro gris por dentro y moreteado por fuera de la fémina rota. -¿Porqué me sigues siempre?- Me cuestionó, no supe que decir, seguí caminando, ella a mi lado y junto a nosotros un silencio que traduje como un grito de auxilio por parte de ella. -¿Cómo le permites…?- No pude culminar mi interrogación pues me lo impidió, comenzó a llorar, nos sentamos a las afueras de una muda puerta, los transeúntes simplemente nos vadeaban sin darnos importancia, cada uno de ellos reflejaba tanta indiferencia al seguramente cargar sus propias maletas llenas con sus propios problemas. Luisa no podía parar el llanto, en medio del mismo me dijo que aquello sobre lo que fui testigo aquel día no era nada, me habló sobre José Adrián, su novio o verdugo, no sabía en realidad que era, pero me dijo que lo amaba a pesar de sus gritos, de sus golpes salvajes que comenzaban en su rostro, después en el estómago para doblarla, sofocarla y una vez en el suelo propinarle una tanda de patadas; obviamente no se limitaba a los golpes físicos pues también tenía que soportar los que le propinaba en el alma: sus infidelidades, humillaciones y reproches. Cuando creyó ella descargar todo lo que tenía que expeler, limpió sus ojos, se puso de pie, me pido disculpas dando media vuelta; por un par de segundos lo dudé, pero sabía que ya no podía callar, prácticamente salté alcanzando su hombro, ella giró, le dije que yo la amaba, quería ayudarla. Ella contestó que estaba rota, que yo nada podía hacer para unir los pedazos. Se marchó perdiéndose entre la gente, yo permanecí inmóvil hasta que la perdí de vista entre la multitud, el smog y mi rabia.
Esa noche no pude dormir, tenía que hacer algo o terminaría por romperme yo también. Al siguiente día no quise ir a la cafetería, me sentía muy mal, al salir de clases me dirigí firmemente hacia la puerta de salida, salí corriendo, ahí estaba Luisa y José Adrián, a media banqueta discutiendo, pasé por un lado de él, casi rocé su brazo con el mío, me llené de impotencia, apresuré mi paso, alcancé a escuchar como él subía su tono de voz, continué andando, deseaba alejarme lo más rápido de ahí, mi corazón latía tan fuerte que creí me ensordecería, los ojos se me inundaron de lágrimas, contuve el llanto, avancé tan sólo cinco cuadras cuando me sacó del trance el ulular de una ambulancia cual me encontró en sentido contrario a mi andar, me detuve, pensé en Luisa, intuí que algo le había ocurrido, no vacilé, regresé corriendo lo mas rápido que pude, pensaba en ella, sólo en ella, me aproximé a unos metros sobre la entrada de la universidad y pude ver que hasta ahí había parado su curso la ambulancia, había un tumulto, la gente se amotinaba, aun no alcanzaba a ver qué ocurría exactamente, me aproximé aun más, por fin vi un taxi sobre la acera, según la gente, había atropellado a una persona quitándole la vida, me acerqué, como pude me abrí paso entre los curiosos, mientras murmuraba el nombre de Luisa llegué al primer plano, un enorme charco de sangre relucía y marcaba una trayectoria que culminaba en la rejilla de una alcantarilla, el cadáver yacía expuesto boca arriba, y yo no podía dar crédito a lo que veía: era yo, ahí silente, tendido sobre el asfalto sin vida, a final de cuentas estaba roto como algún día lo predije; Luisa estaba junto al taxi y lloraba admirando mis restos, José Adrián dio un fuerte jalón a su cabello, y preguntó: -¿lo conoces?-. Ella simplemente lo negó, y a empujones él la retiro del lugar.
Me subieron a una camilla, yo ya no sentía absolutamente nada, mi sangre continuaba fugándose por la alcantarilla, mi alma le acompañó, sólo comprendí por último que ella, solamente ella, fue quien decidió romperse para el resto de su vida.

Siempre me pasa algo por Octubre

Por: Alex García Miranda

Mientras las hojas caen por la llegada del otoño y en las pasarelas hasta el invierno viene incluido; la luna brilla como ninguna otra época del año, los recuerdos y las nostalgias se acrecientan más en mi memoria.

Octubre tiene algo… Un síntoma de un final más, un presentimiento inundando corazones y un buen momento para vender chamarras de colores.

Las grandes tiendas ven a Octubre como su inicio de la última y más elevada temporada de vendimia. No por nada Octubre es el mes del comercio dice el gobierno de Salamanca.

En Octubre comienzan los errores de Diciembre de los cuales nos acordamos con una risa nerviosa esperando una respuesta clara y contundente de que nunca volverá a repetirse, sin saber que los humanos somos seres tan extraños que en lugar de razonar hacemos un circular repitiendo lo de antaño.

Por Octubre pasa siempre que la gente a las diez de la noche está en su casa viendo Televisa o Tv azteca, los jóvenes en las calles con parejas y sin ellas, mientras los taxis pasan solos por la falta de dinero y de personas para llevar.

Un aire impregnado de contaminación por las chimeneas que nos han matado durante años en mi ciudad… Un aire, diferente. Más frío, más delicado y se mete debajo de la piel entre la esencia del alma y el gastado cuerpo. Mientras el cielo parece correr llevándose a las nubes entre sus brazos.

El silbato del tren se lleva los recuerdos de los viejos pueblos, de las innumerables historias y al oírlo sientes un miedo que recorre el cuerpo, que te asfixia y te hace despertar todas las noches a la misma hora.

Los árboles quieren inclinarse a tocar el suelo con sus ramas más altas, intercalando sus deseos con cantos dedicados al viento que baila con ellos, moviendo sus hojas y arrancando sus íntimos recuerdos.

Niños enfermos, cajas de desenfriolitos y rollos de papel de dos pesos abundan en las escuelas de gobierno.

Los niños más afortunados, tienen padres que los mantienen cálidamente en sus hogares y con guantes y bufandas, aprisionan el calor en sus almas. Quienes no lo son, despiertan temprano, no para llegar a la escuela, no para recibir un desayuno sano, sino por el dolor que el frío les causa a la corta edad de sus cero ó hasta doce años.

Otra vez, Octubre ha llegado. Las noches parecen más largas, mientras el chocolate Abuelita y la Maizena son las bebidas preferidas bajo la luna llena.

La plazoleta y el jardín se vacían tempranamente. La plazoleta con un aspecto fantasmal y un brillo dorado de los árboles cubre el jardín principal; mientras sus vendedores acomodan todo en cajas exactas y el señor de las revistas guarda en una bolsita su dinero, la presencia de otros octubres les llega hasta los huesos.

Octubre, tú eres la depresión hecha mes. Pero no es ningún reproche. Te lo digo porque siempre me pasa algo por Octubre. Nostalgias de lo que pasó y miedo a lo que no conozco y pasará.

Octubre, eres más que el décimo mes de todo un año, más que el treinta y uno, más que las películas de Halloween y las fiestas sin sentido de los estudiantes y escuelas con ambiciones de ganar dinero.

¡Tú, sí Octubre, tú! Eres quien provoca que del clóset o ropero salgan los grandes cobertores, las fotografías familiares provocando risas, tal vez hasta llantos; y la sensibilidad está más fuerte que cuando uno le reza a los santos.

Siempre me pasa algo por Octubre… Siempre. Unas nauseas provocadas por el delirio de mis sueños, un pasado de mejores tiempos, una vida perdida entre juegos de niños, el tiempo detenido en los ojos abiertos, el reclamo de mis demonios internos y ver a un gobierno colapsando a un país con mentiras a su pueblo.

¡Quiero estrechar tu mano, Octubre! Pero pasas con la luna y entre las brillantes estrellas, mientras mis párpados van reflejando que a tu paso… a tu paso Octubre… provocas mis desvelos.