miércoles, 16 de septiembre de 2009

Editorial

Detener el tiempo es tan simple como girar ciento ochenta grados y comer tunas de cabeza... Detener el tiempo implica sabiduría de grandes poetas y sonidos sordos de ruidos y cantaletas. Si detenemos el tiempo, viviremos más, si conocemos el tiempo que habríamos de detener, daremos más, conoceremos más de lo que aun desconocemos… nunca llegaremos tarde, ni temprano; y el significado de mañana se volvería tan innecesario como la burocracia en un país subdesarrollado en un vicio global, así que todo se haría en el consecutivo instante de vivir, y las melodías trágicas del ayer y hoy se volverían un desenfreno catatónico para las mente incrédulas.

Si detuviera el tiempo, sería tan sencillo dormir y estar despierto, el acto de morir sería absurdo y muy confuso… un juego de niños sería más complicado pues este necesita reglas. La historia seria sinónimo del ahora y los errores se manifestarían en las soluciones que eviten catástrofes. Lo próximo en suceder ya estaría sucediendo y los planes no tendrían sentido alguno pues se confundiría con lo espontaneo, generando una iniciativa constante en acciones que revolucionarían el mundo… pero detener el tiempo nos trascendería a la pulcritud de conocer nuestro rumbo.

Detener el tiempo, implica ser parte del tiempo, activar metáforas y malgastar banalidades, no en rosa, ni en negro, pues también está el carmesí y el magenta de los poetas francos. No te pido que detengas el tiempo, pues es demasiado, no seas absurdo pues el tiempo no se detiene, al menos que seas un soñador emprendedor, de los que la monotonía reconoce como imbéciles… no te pido que comprendas palabras coloreadas en idealismos mágicos, sólo reconozco que no hay perfección sin anhelos, ni una luna sin misterios.

El Calmecac en su extenso colorido se sustenta en la fe mística y el don de sus poetas aztecas, fieles contactos con el mítico desdén enervatico de su erudición… Detén el tiempo, pues sólo es un reto… ruiseñores creadores de palabras y protectores jaguares de tu corazón.

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