Cuerpo y alma han de unificarse una vez más en nuestras ceremonias ancestrales; dos mentes pueden triunfar en los delirios del amor, o aborrecerse hasta el final de los tiempos.
Mientras los mortales perecen en el ocio humano, nuestro reencuentro ideológico se satisface con el mezcalito que nos permite conocer la verdad en la danza del chamán; en el humo de la yerbasanta podemos ser testigos de nuestros pasado y nuestro presente, el futuro ya lo hemos de forjar en los amores, sueños, caricias y la amistad marcada por el jade.
Nunca hemos de olvidar el nido que nos ha visto crecer, pido entonces a Dioses me permitan ofrendar mis caricias, mi fuerza, mi lucha, el reencuentro con los amigos que regresan… honramos tu sabiduría, nos enamoramos con tu poesía y gritamos aguerridos tus anhelos de victoria…
Permitirme abrir tus puertas Calmecac, “perdona nuestras ofensas”, nosotros ya hemos perdonado una y otra vez a los que te ofenden; cumplimos la voluntad de nuestros sabios lectores, nosotros que buscamos los atributos del águila, los atributos del ocelote, hemos de marcar nuestros cuerpos para continuar la batalla. Si hemos de ser purificados o desgarrados al enfrentar a los Dioses, que las enseñanzas queden pues a voluntad de los hombres, para manifestar su evolución.
Yehica ca cenca mahuiztililoni in itlachihuatzin in tlali
(Porque son muy respetables las criaturas de la tierra)
Huehuehtlahtolli
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