Francisco Jesahe Sarabia Morales
En la tarde fresca, mientras el aire sopla fuertemente, la pequeña niña juega en el jardín. El jardín con hermosas flores que se mecen con el viento, no vacila en entretener a la dulce chiquilla...
Conversando con las flores que va cortando una por una, su cabello vuela por su oreja y tapa su rostro. Sin embargo, no importa. Las flores le hablan y ella las escucha atentamente. Al igual que las flores, su vestido verde botella se revolotea con la ventisca.
Asteráceas, liliáceas, pterofitas, orchidáceas, rosáceas; ninguna escapa de las manos de la niña en su plan de hacer un lindo ramo. Mientras corta las grandes brácteas de la Noche Buena, el rugido del viento sopla en sus oídos. De verdad es una tarde hermosa.
Girasoles, tulipanes, helechos, orquídeas, rosas blancas van formando poco a poco su colorido y poco estructurado ramillete que ha quedado terminado. Viéndolo entre sus manos lo observa tiernamente, no le preocupa el regaño posterior, no piensa en nada más. Sólo en las flores que sostiene. Para ella no existe más que ese momento, de una tarde fresca con ventisca, en el jardín. No existe nada más que el lindo efluvio de las flores.
Sonríe pues al fin y al cabo ya tiene el regalo de su madre...
Muy bueno, desde cierto punto de vista, se podría ver como una metáfora :) Felicidades Hno.
ResponderEliminar