jueves, 29 de abril de 2010

Papelera del contra yo, dulce abono

Ulises Regalado Ramírez

Te hieren, te mutilan, son el arrebato de un bolero en víspera de espera fundida, tan antaño está la cercanía de sus cóleras que, a castigadas partidas, el invierno de los cerezos se convierte en el edén de los suicidas. Que se vayan los tortuosos, que el letargo no anuncie más su pavura, cantera hervida de mis delirios. Desde allá, mas allá del acento, se prostituye el hocico de la esperanza malsana, el vagabundo lamentar proclama su podrir en los amores, crecen los revoltijos temporales como astros enjaulados en faroles, tan sufridos, fallidos al contacto del salto, al sudor que respira sueños por voces de piel ocaso. Innato folklore de saberse secuestrado por el olvido; profanado, jamás utilizado, siempre abnegado a los aplausos de triste condena. Sobre los pantanos, las rayuelas rayan las bombas con trozos de crayones paridas en aerosol, pero mira que indiferente es el eternizador caducado, que se va por que vuelve al noctámbulo.

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