martes, 6 de octubre de 2009

Comunicación

Por Gricelda Murgía B.

Como padres; hemos pedido ayuda, orientación o consejos sobre como educar a nuestros hijos, en especial cuando creemos que los tenemos perdidos, que por más que intentamos hablar con ellos, simplemente estamos en búsqueda de una buena comunicación, la adolescencia es la etapa más difícil, como padres algunas veces creemos que tenemos todo bajo control, cuando tenemos una reunión social en la que por alguna razón sale el tema de los hijos siempre queremos hacer notar las cualidades de los propios: “es el más listo… está en cuadro de honor… jugador estrella… líder de un grupo escolar” etc.

Y la realidad es que mientras estamos en la fiesta tratando de impresionar a nuestros amigos y conocidos, nuestros hijos, lo más probable es que estén haciendo todo lo opuesto a lo que nos hace sentirnos tan altivos en esa reunión; los jóvenes buscan la diversión en los lugares más extraños, lugares o situaciones impensables, el peligro al que se exponen sólo por algunos segundos de adrenalina, forzar a sus propios cuerpos para conseguirla, e incluso se las ingenian para crear estilos de vida que pueden ser de lo más antisociales, estilos que los llevan a la depresión. Ya no es como en antaño que sólo se trataba de proteger un territorio y que lo más alarmante era que uno de nuestros hijos llegara a casa con un ojo morado, ahora tendríamos que tener en la entrada de nuestro hogar un detector de metales o un recipiente apropiado para un antidoping, sería como entrar en un régimen militarizado que por lógica traería como consecuencia más inconformidad, si, lo sé; es muy difícil ser padre, como dicen: no se nace enseñado, pero la juventud de ahora está tan despierta que parece que sus ojos nunca estuvieron cerrados y que aun en el seno materno encontraron una forma de aprender y replicar años después, pero lo malo de todo esto es que replican exactamente los mismos errores que las generaciones anteriores, sólo le agregaron su toque personal, tal vez un nuevo look, estilo musical, una nueva forma de revolución; y la sociedad, como algunos moralistas buscan aliados para poder terminar con este oleaje que viene con mucha fuerza y que está creando nuevos niveles de conciencia que se alejan cada día más del seno familiar, perdiendo lentamente cada uno de los valores que hacen a una persona ejemplar.

Anteriormente cuando un padre se dirigía a su hijo, la forma de respeto era inminente, la mirada postrada en el piso y no elevaban su tono de voz más allá del susurro, por que se sobre entendía que la sanción seria una tremenda bofetada; ahora es más fácil apretar un botón de conexión ilimitada y explicarle al padre o madre el por qué no llegará a casa esa noche, tomaron muy literal la frase de: “es mejor pedir perdón que pedir permiso”, pero lo triste es que la persona que puso en sus manos el artefacto que hace más fácil la comunicación fue… así es, uno de sus padres.

Lo practico sale demasiado caro, ya que teniendo tantas herramientas, como se les denomina en al actualidad, podemos hacer infinidad de cosas a distancia, así como dejamos de hacer otras tantas, pero lo que es más inquietante es: ¿cuando perdemos el rastro de nuestros hijos?, y ¿en verdad los perdemos? Ya que sólo encontramos las restos de ellos envueltos en una sabana de perdición, drogas, malas compañías, armas, y están casi al borde del descontrol, buscamos desesperadamente la luminosidad de sus ojos y sólo encuentras una pupila dilatada, o la mirada perdida en el horizonte. Cuando esto pasa, usualmente recurrimos a las personas que consideramos están mas capacitadas en la materia: psicólogos, maestros, doctores, amigos, familiares, instituciones que están registradas para dar esos apoyos; tratamos a toda costa de evitar que nuestra manzana se contamine, muchas veces somos “padres cuervos”, y claro, consideramos que las demás manzanas del canasto son las que contaminan a nuestro o nuestros pequeños, pero ¿y si nuevamente perdemos de vista el problema como tal? y solamente nos limitamos a conmiserarnos y en lugar de dar solución solamente maquillamos el problema en sí, en algunas ocasiones el problema llega hasta la ultimas consecuencias, es decir, nuestros retoños rompieron las reglas y tienen que pagar o cumplir cierta sanción, por ejemplo, cuando tienen que pisar una correccional, algún centro de rehabilitación o en el peor de los casos la cárcel, hay padres que consideran que es lo más apropiado, piensan que de esa manera escarmentarán; la verdad es que en algunos casos lo hacen de la manera más cruel, y por lógica pierden su esencia, en otros casos les sirve de incubadora de nuevas técnicas que son más eficientes para propósitos ilícitos que los llevan a ser personas viles, sin conciencia, que sólo buscan la vida fácil sin importar a qué personas dañen, por lo regular inician o perfeccionan sus técnicas en casa, es mas fácil sustraer, o dañar los inmuebles ya que nuestros padres o familiares, buscarán primero el dialogo y tal vez una sanción que después de un tiempo será olvidada y por lo tanto la travesura pasará a segundo término-. De esta manera seguimos apapachando al jovenzuelo, por lo cual la siguiente vez omitirá por completo el remordimiento, anteriormente la manera más dolorosa de castigar a un hijo además de una tremenda golpiza; era el silencio, cada vez que intentabas hablar con el padre o la madre no se obtenía respuesta, ellos ni se inmutaban, a lo cual con el paso de los días era en verdad muy doloroso hasta que literalmente pedían clemencia y perdón, en ese momento volvíamos a ser los hijos pródigos. Ahora en la actualidad los hijos se dan el lujo de ignorarnos, ellos deciden si están de humor o no para dirigirnos la palabra, mientras no sea socialmente bochornoso o fuera de moda, etc., pero podríamos decir que es aceptable pese a la grosería y a la falta de valores, aun es rescatable, pero ¿qué pasa cuando nuestros hijos simplemente ya no son los mismos?, cuando los vemos y desconocemos por completo su naturaleza, ¿cuantos veces hemos escuchado de charlas de conocidos demasiado alarmados que sus hijos los han golpeado?, que son víctimas de maltrato psicológico, y la verdad es que es muy común en la actualidad, lo ves incluso mientras caminas por la calle; cuando van por ellos a la escuela, critican la forma en que van vestidos, o si acaso se les ocurre saludar a las amistades del adolecente, lo llevan mas allá de los límites del respeto, ya que hasta en la forma de vestir logramos un verdadero conflicto entre los padres en sí, sobre todo las jovencitas que detonan al máximo su sexualidad a una corta edad cuando aun deberían preocuparse por jugar con muñecas. Tal vez los adultos tenemos la culpa, ya que alentamos a nuestros hijos a ser como los ídolos de barro que hemos creado, producto de las imágenes que vemos día a día en la televisión, periódicos, o cualquier medio sensacionalista que nos muestra lo que está más de moda, la figura ideal, los jeans, la bolsa, los lentes, el refresco, el color de cabello, la película más taquillera, el actor más galán, la actriz más guapa, el mejor vehículo, la mejor zona residencial, etc. ; y todo esto lo trasladamos a nuestros hijos a manera de sueños que quisiéramos que ellos los llevaran a cabo y los obligamos a vivir nuestros deseos de manera inconsciente, antes era por compromiso hacia los padres, una obligación hacia ellos por habernos dado la vida, mantenernos y costearnos un estudio más o menos decente, ahora es sólo cuestión de elegir hacia dónde queremos llegar, la verdad es que todos repiten la frase de que todo tiempo pasado fue mejor, pero eso es sólo cuestión de enfoques, y es el saber qué quieres de tu vida y cómo quieres vivirla, no es tan difícil es sólo tomarte un verdadero tiempo de calidad contigo mismo (a) y darte cuenta si estas en el lugar correcto, haciendo lo que te gusta, lo que te llena y cubre todos los aspectos de tu vida si no al cien porciento, que sea un porcentaje mayor que puedas conseguir en esta tu vida. Me gusta creer que los jóvenes son la arcilla virgen de un futuro incierto, generaciones atrás no tenían idea de lo fácil que sería estar en contacto con un ser querido, o el poder viajar por medio de las páginas de internet y conocer culturas, estar enterado de los sucesos justo en el momento, la vida cambia y cambia a pasos agigantados, hay veces que no podemos seguirle el paso, pero lo que no debe de cambiar es nuestro ‘yo’ interno, ese que está lleno de amor, valores, tradiciones, las raíces fundamentales de una familia, para que cada que volteemos a ver a nuestros hijos podamos sentirnos satisfechos y llenos de felicidad, sólo es cuestión de no dejar que se rompa ese hilo delgado que mantiene la estructura de nuestras familias: la comunicación.

No hay comentarios:

Publicar un comentario