martes, 6 de octubre de 2009

Paz a los hombres de oscura etenidad

Por: Jesús Brilanti T.


Paz a los hombres de oscura eternidad,

quienes sienten el frío clavarse en su costado,

que ríen a solas cuando les han abandonado,

oran e imploran, les han olvidado.

Se arrastran por los suelos rasgando su llanto,

destrozan sus manos con calamidad, mientras

su mundo se difumina a cada minuto eterno,

con sangre, con pena han lavado hoy su rostro.


Paz a los hombres de oscura eternidad,

que reviven por las noches, sangran por el día,

cultivando las espinas sobre las que habrán de descansar,

durmiendo con navajas a cambio de sábanas,

porque la memoria del ayer se ha enfermado de soledad.

¡Qué griten los lobos y que giman los buitres,

que escuchen pronto a los que están agonizando!

Tal vez los devoren rápido, comenzando por los pies, ya que

han deseado ellos ver el dolor hasta la última gota.


Paz a los hombres de eterna oscuridad,

quienes han adquirido sus ataúdes muy por la mañana y,

aunque ya se han oxidado con los años, los opacos hombres

no pierden esperanza de que la muerte les cobije,

esa muerte que viene y les ve, para alejarse a carcajadas,

cuantos años, cuantas almas olvidadas en este frío desierto

de pesadillas y crueles ilusiones cuando asemeja el sol nacer,

pero es la luna que arde y quema sus espaldas

cuando intentan vanamente sonreír.


Paz a los hombres de oscura eternidad,

quienes forjan falsas esperanzas por las madrugadas,

terminan incrustándose un clavo envenenado en la espina dorsal,

como símbolo de las batallas vulgar y obscenamente perdidas,

de tal modo, no os extrañe verles caminar solos por la noche,

cuando todo mundo duerme, y nadie ríe con espinas ocres,

pero algo les preocupa, no existe ya espacio para más clavos,

tendrán que comenzar a colocarlas en su pecho, y

para ello tendrán que quitar primero las espinas, ahora ya pútridas,

pues se han podrido por tanta humedad a causa de las lágrimas.


Paz a los hombres de eterna oscuridad,

que con tanta pena han llevado hace décadas a sepultar

los cadáveres de sus propias almas y sus últimos suspiros,

durante nueve noches tributo a sus muertos honraron,

rezando por que no resuciten y bebiendo café con cianuro;

pero los hombres de oscuridad aun no habrán de fallecer,

no hasta que les duela la eternidad que les ha acompañado,

están solos, nadie les ha podido acompañar, tan sólo les han injuriado,

creo nadie debiese juzgar, a un pobre demente desahuciado.

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