Por: J. Alfredo C. Morales
Han desgarrado el pantecatl sagrado de la sabiduría y vínculo cemancacyeni con nuestros Dioses, mi mente esta masacrada ante la fría estela de polvo pestilente que han dejado a su paso sigiloso y asesino… sus vestimentas son tan duras como su alma conquistadora carente de misericordia… no tolero el hedor putrefacto de sus hocicos, injurias y blasfemias a mi raza inocente, la dignidad de mi pueblo ha sido reducida, nexacatl aniquilada de nuestras tradiciones, el luto desgastado de nuestro pueblo se sufre en el llanto iracundo de impotencia in to-cihuah ocuelichpoctli profanadas ante nuestros ojos y la porquería derramada por las bestias macabras de olor a muerte, manchan mis pies a cada paso de guerrero derrotado.
Los cadáveres de mis hermanos atravesados por las dagas de la deshonra se pudren a la intemperie como perros sin honor, la sangre derramada del yaocuauhtli fertiliza nuestra tierra sagrada a una historia aguerrida de coraje y sufrimiento, el canto sollozante del yaocelotl anhela el regreso de la bendición del gran Huitzilopochtli, tal parece que la maldición del quinto Sol anuncia el destierro de los Dioses por el tlacataztalli y su instinto temictiloni.
Los cuerpos sin vida del enemigo enmugrecen la pureza definida por el jaguar en mi cuerpo, mi esencia es impregnada por la peste y el miquiztli, soy obligado a golpes de látigo enfurecido a enterrarlos en mis cultivos, muere in tlayoltlan ihuicpa copa in chinampa al no soportar el abominable desperdicio de su semilla gloriosa otorgada por Cinteolt.
El atezcatl Texcoco se torna de un turbio escarlata de aniquilación ante cuerpos mutilados arrojados al lago… el fuego catastrófico de la malicia condenada del tlacataztalli consume mi espíritu mexica y mi dignidad es arrastrada a la burla esclavizante, se pulveriza gota a gota como la misma vida del imperio…
In teocalli, plazas y centros ceremoniales orgullo digno al sacrificio ofrendado a la memoria de los Dioses, quedan en cenizas definidas por el sacrilegio profético y desahucio humillante a Tonatiuh.
Las últimas palabras in to- tlanahuatiqui, retumban en mi fe mexicatl moribunda, no hay nada, no soy nada, me pierdo en la nada, me humillo en la nada, muero, vomito, me transformo en la nada, xayacatl in ihuicpa in amitla.
“To- Tonatiuh tlapachoa,
To- Tonatiuh tlapachoa polihuini ixayac,
Ihuan –ca cen cehuallotl tech- ca tlacahualli
Yeceh machtilia ma occepa cuepa
Ma occepa hualquiztia
Ihuan yancuic tech- tlahuilia”
“Nuestro sol se ocultó,
Nuestro sol desapareció su rostro,
Y en completa oscuridad nos ha dejado,
Pero sabemos que otra vez volverá,
Que otra vez saldrá,
Y nuevamente nos alumbrará”
Mi vista se nubla ante el dolor incandescente de mi alma, el insoportable sentimiento humillado es intolerante, han saqueado nuestros palacios, templos y escuelas, la imponencia noble del conocimiento absoluto del Calmecac es malgastado, y la sencillez exquisita de la experiencia en el Telpochcalli ha sido despreciado.
El Jade ha perdido todo su valor y brillo glorioso por los atropellos siniestros, el valor del teocuitlatl ha sido sobresaturado y exagerado, lo tornan a una emoción avariciosa, “nunca pensé que trastornara así a los hombres”…
Quetzalcóatl nos mira con desprecio y desconoce nuestro sentimiento…
Los códices del poeta sabio hablan de una amargura desmesurada, que arde en los recuerdos primorosos de mi pueblo guerrero, la epidemia de una avaricia enfermiza recorre cual fantasma las ahora ruinas de lo que una vez fue mi chantli, in huei Tenochtitlán…
-¡Cuauhtli, Cuauhtli, despierta… ya está cerca!, los caracoles ceremoniales lo están anunciando con júbilo, la ciudad está impaciente… Moctezuma pide tu presencia yaocuauhtli de inmediato para ir a recibirlos… es un gran privilegio… ¿Cuauhtli? ¿Qué sucede?-
“Izcatqui in tzintiliztli copa in tlamiliztli…”
(Este es el principio del final…)
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