martes, 6 de octubre de 2009

Editorial

Octubre, malos recuerdos viajan en el aire. Un sistemático avance de destrucción, te encuentras tratando de cubrir con adoquín, con una arquitectura llamativa, las manchas dejadas por la trágica violación del derecho inalienable de existir. Monstruo ibérico con sed de gloria, tapas con tus altares aquella magia que aún hoy nos invita a soñar. Llamas bárbaro al que conoce el universo, creyendo tener derecho, apoyándote solamente en la única habilidad que posees: destruir toda belleza. Llegas acompañado de maldiciones, que los mismos dioses te otorgaron como castigo, sin distinción en cuanto al color de la piel, o si acaso las mereces.

Consumiendo todo ante tus ojos, sintiéndote dueño de poder decretar si es bueno o malo. Con tu facultad otorgada sólo por la grandeza de tu ego; esclavizas, abusas y destruyes a mi pueblo. Tratas de borrar toda marca dejada por los milenarios pasos de mi trayecto, lo haces hasta quedar convencido de estar haciendo lo correcto. Tengo que reconocer, has hecho bien el trabajo, incluso mis hijos celebran tu llegada, como si con ella los hubieses liberado del peor de los males. Sin embargo en tu gloria estará tu destrucción, la gran soberbia de tus acciones me ha hecho hablar y cada vez se oye más mi voz, acompañada por muchas otras que hablan desde el alma.

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