Por: Luis Alberto Barragán Velázquez
Hola, sea usted bienvenido a una gran fiesta, una fiesta donde yo soy el invitado de honor. Tendrá que pagar una pequeña cuota para entrar, pero no se preocupe, el espectáculo valdrá la pena.
Permítanme presentarme, mis dueños me llaman: ‘Juanillo’, soy mexicano; cuando nací me separaron de mi madre, me llevaron a otro lugar donde había muchos otros como yo, me adoptaron unos señores, nos alimentaban bien, crecí fuerte, me ejercitaba mucho.
Toda la semana pasada mis padres adoptivos han estado hablando de mi “gran día”, la fiesta que está usted a punto de presenciar. Hoy por la mañana todo comenzó.
Me han traído a la fiesta, siento muchos nervios, el cuarto en el que estoy es completamente obscuro, escucho los gritos, los aplausos y el festejo. La verdad no sé a qué se debe tal algarabía pero todos se oyen felices. Yo quiero salir y ser feliz también y festejar con ellos.
Me han abierto una puerta y salgo corriendo, emocionado por ver lo que pasa allá afuera, entonces una persona vestida de amarillo, con una sabana roja de un costado y amarilla del otro me esta hablando, mi instinto hace que corra hacia la parte roja, voy corriendo y esa persona me encaja una daga en mi cuello, me duele mucho, no sé qué hacer, grito muy fuerte pero la gente festeja, eso los hace felices, verme sufrir; mis ojos se llenan de brillo y he empezado a sangrar pero a ellos no les importa, estoy lleno de coraje, me han avergonzado enfrente de todos y corro hacia esa persona para darle su merecido, esa persona me esquiva, vuelvo a ir hacia él y me vuelve a encajar aquél filo en la nuca, ahora estoy más enojado, me sigue doliendo, no sé que hacer, no hay ningún doctor cerca, estoy lleno de coraje y lo único que quiero hacer es desquitarme con esa persona, yo no le hice nada, ni siquiera la conocía, es la primera vez que la veo en mi vida, yo quiero que tan siquiera me diga qué le hice.
Enojado corro hacia él y me corta una oreja, no puedo escuchar, el dolor es tan fuerte que no lo puedo aguantar, quiero dejar de sufrir, toda la gente se burla de mí, estoy avergonzado porque no tienen ni siquiera lastima de mi sufrimiento, yo quisiera verlos en mi lugar, no soy un juguete, soy un ser vivo y tengo sentimientos, yo también siento el dolor; empiezo a agonizar, me encuentro moribundo, siento que me voy a desmayar, todos están felices de que yo muera, ¿es algo malo que yo haya nacido?, ¿acaso el mundo se siente feliz de ver sufrir a alguien?, siento que ya no importa nada, corro para vengarme de esa persona que me hizo esto, ¿qué quiere de mí?, no aguanto más y me sigue encajando su daga y cortando partes de mi cuerpo, me duele mucho.
Me he caído, no puedo moverme, pero ya no siento el dolor, sólo veo a todos ahí divirtiéndose, felices de que yo me haya desvanecido; al hombre que me derribo todos los ahí presentes le avientan flores, todos lo felicitan, le dicen que es un héroe; ¿acaso yo fui alguien muy malo para que me odien tanto?, no recuerdo haber hecho algo malo para que me odien así.
Ahora sé por qué no tengo dolor, estoy muerto… he muerto y todos están felices por eso, ahora mis padres adoptivos contentos reciben dinero, mi cuerpo se lo llevan y lo tiran a la basura, me odiaban tanto que ni siquiera una tumba decente me pudieron dar.
Ahora que estoy acá arriba, he platicado con algunos otros que también tuvieron la misma suerte, y todos han pasado por lo mismo, espero te hayas regocijado con la fiesta, porque yo no la disfruté, yo sólo agradecí morir porque así ya no sufriré más.
Un toro llamado Juanillo
“Cuando el hombre se apiade de todas las criaturas vivientes, sólo entonces será noble…”
Siddhārtha Gautama (Buda)
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