domingo, 6 de marzo de 2011

El Dragón y la Bruja

Por: Angélica Olmedo Vidaurrazaga


Caminado por las calles ahogadas en un párvulo amanecer, se encontraron unos personajes de anhelo y suspiros dentro de las calles lúgubres de la imaginación, sus ojos se encontraron y se descubrieron a sí mismos como almas libres y vagabundas en un destino que no se igualaba a cualquiera obtenido en sus antiguas vidas.

El dragón poderoso y acaudalado. notó que la bruja estaba descuidada; sus ropajes harapientos despertaron en él un sentimiento de protección y nobleza. Se acercó poco a poco a ella y sin mas presentaciones que su mirada le ofreció una moneda antigua pretendiéndola ayudar; la bruja se lo agradeció, sin saber que le hacia un gran regalo. Sin decirse adiós ambos tomaron rumbos diferentes y se dignaron a no mirar atrás.

El dragón continuó su búsqueda de la princesa que tenía que custodiar; como todas la historias mitológicas de dragones. La bruja en su búsqueda de lo que necesitaba sin saber que era.

Drako (como se llama el dragón) cansado de encontrar princesas tontas y sin mas chispa que sus cantos dulces, se dio por vencido, pues la naturaleza de aquellos seres no era para él. Su corazón anhelaba una mujer que lo custodiara, que supiera encontrar sus secretos y no revelarlos jamás. Aquella que sólo pudiera retenerlo y calmarlo como a los dragones solía tranquilizárseles, con la punta del dedo en la nariz.

La bruja por su lado recorrió mil caminos y viajó. Encontró a mil figuras míticas y aun conservaba la moneda que le habían dado jamás la utilizó.

Al pasar y devenir de los caminos sinuosos en un año de muchas nubes irradiando luz se encontraron en las mismas calles el dragón y la bruja… Se miraron nuevamente a los ojos y el dragón le preguntó por qué no había utilizado la moneda que le había regalado. La bruja le respondió, que no la había utilizado porque esperaba poder comprar algo en verdad valioso que le diera lo mas grande; a lo que el dragón le preguntó qué era lo que buscaba. Ella le respondió: EL AMOR. jamás pude comprar tan hermoso sentimiento, la naturaleza del ser humano de dar y compartir de ser libre y en secreto guardar lo mas misterioso de la divinidad profunda que hace que uno se sienta pleno y seguro.

Así los dos se miraron nuevamente y supieron que la primer mirada era de amor que el destino los había reunido en un tiempo en un espacio para no separase jamás. Pero tenían que recorrer un camino para poder apreciar lo que ahora podrían contemplar, lo que tanto habían buscado para compartir una pirámide que ahora los unía.

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