miércoles, 24 de marzo de 2010

Caminatas

Por: Carlos Rodríguez Hernández

Las caminatas siempre son relajantes aunque a veces no lo parezca, te dan tu espacio, vas con tu intimidad en todo momento, aún entre más ambulantes. Por lo general son en contra del viento, de la brisa, bajo los talones del sol o de espaldas a la lluvia, y con todo esto, solo.

Pensándolo mejor, tal vez no totalmente, solo si es que la soledad cuenta como un compañero, o el cansancio, o tus penas, o tu silencio, o tus gritos o el sentir que la sangre te pica las venas mientras piensas y caminas por encima de un puente o por las calles luminosas, aunque las prefieras mas luminosas, o en una plaza desbordante de caparazones caminando, o en la orilla de un río, por entre los árboles o simplemente en lo desolado.

Pero ahora mi andar es más torpe… más cansado…más pesado, bueno, claro, los años pesan cada vez más, como si de vez en cuando te cayera un grano de arena, o de sal, o de azúcar… o una gota de agua, el caso es que se acumulan y no se te resbalan, en su momento no le das importancia, pero el peso terminará por aplastarte y deshacerte las piernas. Primero te las va hundiendo, poco a poco, luego te las entume y termina por destrozarlas, lo peor es que es inevitable y que te mientes haciéndote creer que no lo sabes y cuando pasa finges sorpresa ¿no lo crees Martín?, cuando sea el… ¿Martín?... ¿me haces caso Martín?... ¿Martín?... ¿para qué me esfuerzo en hacer que me escuche un dormilón flojo como tú? No me veas así, tengo que aprovechar cuando estoy solo para quejarme con alguien de mi soledad, o cuando camino para quejarme con alguien de mi andar…pero bueno, ¿para qué me esfuerzo?, simplemente no eres bueno escuchando a las personas, ni siquiera como compañero de caminata… pero bueno ¿para qué me esfuerzo?, si eres un bueno para nada, solo eres un flojo dormilón.

¿Ya lo vez?, solo cuando alguien te insulta es cuando respondes, de otra forma no,… estuve pensándolo y sí estoy de acuerdo, a veces es bueno detener tu andar y ponerte a observar un momento y voltear discretamente hacia atrás para ver tu recorrido. Ayer hubo luna llena, jamás me había impresionado tanto la luna como ayer que hasta me sentí un lunático, y me puse a observar, y hasta noté que mi perro tenia cara de desvelado, pero bueno… ahí te quedas Martín, ¿sabes?, vi a tu madre cuando vino a remarcar las letras de tu nombre, fue el mismo día en que te dejó esa flor roja de plástico, que ya ni se ve roja por que está expuesta a los rayos del sol… de veras, qué lástima que solo tengas por hogar esa cruz a la orilla del camino, aunque tú no lo decidiste, en realidad fue el que te atropelló… o tú también por dejarte atropellar en este sitio y que mal que es por donde siempre paso. Perdón pero tengo que aprovechar cuando estoy solo para quejarme con alguien y a fin de cuentas ni siquiera estas aquí, tu cuerpo esta enterrado en no sé donde y tal vez todo malhumorado, ahí te quedas, yo sigo caminando rumbo a mi casa, de todos modos ¿para qué me esfuerzo Martín, si nunca me pones atención?

No hay comentarios:

Publicar un comentario