Por: Jesús Brilanti T.
Recopilando esencias de tardes taciturnas,
vuelca el manto empíreo en voces que le susurran
al sol mientras desfallece en el horizonte,
con un rostro tan enrojecido que desborda color,
impregna las nubes, los campos y lo más recóndito
de la casa de mi alma.
Existo, ya luego pienso,
tan cerca de la muerte y tan lejos de decir adiós,
trepanaciones moribundas de mis ayeres,
vacíos existenciales que se desprenden, luego se van,
así como se quedan atrás las marañas de los ecos,
aquellos cuales no retumban más dentro, ni fuera.
Aguardo tu llegar, no conozco tu rostro
pero olfateo tu tacto, huele a mí;
quiero conocerte pronto, el tiempo no es verdugo,
es mi nicotina cual encapsula mi ansiedad
te espero aquí, porque espero volver a nacer
y que crezcamos juntos, tu y yo.
Diminuta parte de mi materia, encuentro cósmico;
inmensa porción de mi espíritu, algarabía imperecedera,
¿Qué tanto más me vas a educar para no morir de soledad?
¿Cuánto más denotarás lo especial de tu significado?
Recopilando esencias de mañanas somnolientas
me incorporo con la luz de tu figura haciendo bello bulto
sobre el vientre de quien te lleva adentro.
Nucleolo aleatorio a un colapso de memorias,
tendencias subliminales para no desfallecer de amor,
dos cápsulas carnales a manera de fortuna,
mis dos razones de estar aquí respirando luz;
recopilando esencias para montar guardia
cada que me acerque a tu cuna y me devoren las horas.
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