jueves, 13 de agosto de 2009

Lecturas para niños a la media noche

Mēxihcah

Por: Luis Fernándo Martínez Padrón

Día frío con la intersección de una carcajada matutina que pavonea la serpiente emplumada y colorea reales ahuehuetes de linaje superior consternándose al lagrimeo intelectual olvidado en el puente que conduce a Tlaxcala.

Mobiliario despectivo inducido por profecías inciertas veneradas en amarillo y sedientas de posesión territorial, nublando la extensión singular de la razón. Conjeturas en bergantines fermentados de insuficiencia espiritual y vociferando la lengua madre en castellano.
Deslumbramiento a la puerta de la gran ciudad y redoblando el cruce del Iztaccihuatl y Popocatepetl, empero buscabas la dignificación de una barra de metal que deshaga tu sentimiento de inferioridad con la raza negligente del rio Sena.
Entretanto la bestialidad de la fornicación a una cultura superior pasó obtusa sobre su sien y vociferaron a cuenta gotas la negligente complexión del mostro enclavado en la cruz con la damisela inexplorada, que engañaban espejeando la viruela.
Coatlicue, Coatlicue madre, tu altar desterrado y violentado por una María que figura en la antesala de un incierto futuro, sonidos lúgubres en el viento que provocan una cámara de caos incesante y violento; siendo la construcción de tu infortunio ¿Era para ellos el fin de los tiempos? Hombres incultos que saquearon nuestro amor.
Aguas muertas en el Este y que inundaron con sus sucias formas la alargada lista de confederaciones reinantes, muebles de piedra que inmovilizan nuestra flagelación en tiempos remotos que beneficiaban el nuevo rumbo de la directriz.
Aún si aquella piedra levantara el vuelo como el águila, y descifrara nuestro rumbo en confecciones aprobadas por el consejo, volverá la energía vitalicia de asentarnos en el Toltecayotl y disfrutar las tribulaciones del pulque en la noche sedentaria a orillas del Calmecac.
Recordar y alabar nuestra tierra, conocerla y elevarla a un firmamento ancestral de nuestros creadores, sin voluntarias pesquisas de tormento infundado; aprovechar los misticismos heredados (aunque pocos), son la manera de vociferar a los cuatro cardinales que seguimos conquistando la formación del tesoro que aun se encuentra en nosotros.

1 comentario:

  1. Buena historia, sin embargo me quedé con la duda del por qué se le tituló "cuentos para niños"... saludos !

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