Instrucciones de Impresión y armado
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Revista imprimible Calmecac número 13, mes de Septiembre
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Detener el tiempo es tan simple como girar ciento ochenta grados y comer tunas de cabeza... Detener el tiempo implica sabiduría de grandes poetas y sonidos sordos de ruidos y cantaletas. Si detenemos el tiempo, viviremos más, si conocemos el tiempo que habríamos de detener, daremos más, conoceremos más de lo que aun desconocemos… nunca llegaremos tarde, ni temprano; y el significado de mañana se volvería tan innecesario como la burocracia en un país subdesarrollado en un vicio global, así que todo se haría en el consecutivo instante de vivir, y las melodías trágicas del ayer y hoy se volverían un desenfreno catatónico para las mente incrédulas.
Si detuviera el tiempo, sería tan sencillo dormir y estar despierto, el acto de morir sería absurdo y muy confuso… un juego de niños sería más complicado pues este necesita reglas. La historia seria sinónimo del ahora y los errores se manifestarían en las soluciones que eviten catástrofes. Lo próximo en suceder ya estaría sucediendo y los planes no tendrían sentido alguno pues se confundiría con lo espontaneo, generando una iniciativa constante en acciones que revolucionarían el mundo… pero detener el tiempo nos trascendería a la pulcritud de conocer nuestro rumbo.
Detener el tiempo, implica ser parte del tiempo, activar metáforas y malgastar banalidades, no en rosa, ni en negro, pues también está el carmesí y el magenta de los poetas francos. No te pido que detengas el tiempo, pues es demasiado, no seas absurdo pues el tiempo no se detiene, al menos que seas un soñador emprendedor, de los que la monotonía reconoce como imbéciles… no te pido que comprendas palabras coloreadas en idealismos mágicos, sólo reconozco que no hay perfección sin anhelos, ni una luna sin misterios.
El Calmecac en su extenso colorido se sustenta en la fe mística y el don de sus poetas aztecas, fieles contactos con el mítico desdén enervatico de su erudición… Detén el tiempo, pues sólo es un reto… ruiseñores creadores de palabras y protectores jaguares de tu corazón.
Realidad, una elaborada fantasía
Por: Héctor Hernández Alfaro
Me encuentro viendo cómo la vida pasa delante de mis ojos. Creyendo que todo lo que veo es real, no me dejo espacio para cuestionar si lo es. Momentos como este son tan comunes, durante mucho tiempo ni siquiera pude percatarme de su existencia. Inmerso en una realidad de la cual pocos logran escapar ¿Quiero escapar de ella? ¿Estoy realmente convencido de su veracidad? Quizá sólo me aferro a mantener lo conocido como si fuera real. Un miedo inherente se apodera de mi cabeza cuando pienso en esto.
¿Será real lo que considero real? Cuando esta duda llegó, muchas más le precedieron. Sería muy fácil para mí sólo aceptarlo, no cuestionarlo, apegarme a ello y adaptarme al resto de las personas, después de todo ¿Quién soy para decidir y separar lo real de lo irreal?
¿Los grandes pensadores aceptaron la realidad de sus respectivos contextos? Si lo hubieran hecho, seguiríamos creyendo que la tierra es el centro del universo.
Estoy en un punto en el que no quería llegar, no sé si voy o vengo, perdido en un mar de pensamientos, me alejo de la realidad, someto a juicio todo lo conocido y lo aún sin conocer ¿En dónde estoy? ¿Realmente existo? ¿Qué soy? ¿Por qué estoy aquí? Quisiera poder responder todo esto, pero cada vez que logro disipar una duda, diez toman su lugar y la confusión interna se hace más grande ¿Por qué no lo acepo y me evito problemas? Soy incapaz de sacar todas estas ideas de mi cabeza. No puedo apagar mi cerebro ¿Por qué no tenemos un botón de reinicio como las computadoras? Otra maldita pregunta.
He oído con anterioridad: “El cuerpo humano es una máquina”. Entonces, si así fuera, debemos tener un límite ¿Cuál es el límite de nuestra mente? ¿Podremos algún día responder todas las preguntas? O nos quedaremos pensando que ya las tenemos.
Sé que las respuestas están en algún lugar. Pero no soy capaz de encontrarlas; sin embargo no puedo dejar de buscarlas. Decía Aristóteles: “Todos los hombres tienen naturalmente el deseo de saber”.
Tal vez alguien ya las encontró antes q yo, pero no dio a conocer sus resultados. O las respuestas encontradas lo ha obligado a vivir en sí mismo, alejándolo con ello de todos nosotros. Es posible que al conocer todas las respuestas, no tenga interés en nada de lo que le rodea, perdió interés en lo material y en las relaciones humanas. Ha perdido lo más bello que tenemos: la capacidad de aprender.
Donde siempre, me duele la cabeza, estoy cansado y busqué la forma de hacerme creer que no es tan bueno conocer todas las respuestas, y después de todo ¿Quién soy para delimitar la delgada franja entre lo real y lo irreal? Después de todo ‘irreal’ sólo tiene dos letras más.
“La lógica no ha dado ningún paso hacia adelante desde Aristóteles”
“…a la injusticia no se le debe responder con otra injusticia”.
Diálogo con Critón. Platón.
La ola de violencia e inseguridad que azota nuestro país, ha alcanzado niveles críticos. La lucha de nuestras autoridades para la erradicación del problema, es una constante diaria en el trabajo y esfuerzo de las diferentes corporaciones de seguridad, en la cual ante los hechos, la ciudadanía ha sido involucrada en aspectos de los cuales anteriormente no era partícipe.
Es un hecho y una realidad, que se ha soltado una guerra sucia interna, entre el narcotráfico y las dependencias gubernamentales de seguridad. Desgraciadamente ante la inteligencia y tácticas utilizadas por elementos policiacos, hemos encontrado algunas deficiencias en el funcionamiento de los protocolos de seguridad, en los cuales tropezamos con grandes paradojas existentes en el discurso y la acción.
La ciudadanía, se encuentra gravemente preocupada por los procedimientos utilizados en los cuales se ha involucrado a la sociedad, sucesos que antes nos parecían lejanos, hoy los vemos y los saboreamos como el pan de cada día. Lamentablemente, como respuesta de las autoridades ante el combate a la delincuencia, se ha violado el funcionamiento y cumplimiento de los derechos fundamentales, la seguridad jurídica de los ciudadanos y el respeto irrestricto al estado social y democrático de derecho de los individuos.
Por: Alex García Miranda
Mientras las hojas caen por la llegada del otoño y en las pasarelas hasta el invierno viene incluido; la luna brilla como ninguna otra época del año, los recuerdos y las nostalgias se acrecientan más en mi memoria.
Octubre tiene algo… Un síntoma de un final más, un presentimiento inundando corazones y un buen momento para vender chamarras de colores.
Las grandes tiendas ven a Octubre como su inicio de la última y más elevada temporada de vendimia. No por nada Octubre es el mes del comercio dice el gobierno de Salamanca.
En Octubre comienzan los errores de Diciembre de los cuales nos acordamos con una risa nerviosa esperando una respuesta clara y contundente de que nunca volverá a repetirse, sin saber que los humanos somos seres tan extraños que en lugar de razonar hacemos un circular repitiendo lo de antaño.
Por Octubre pasa siempre que la gente a las diez de la noche está en su casa viendo Televisa o Tv azteca, los jóvenes en las calles con parejas y sin ellas, mientras los taxis pasan solos por la falta de dinero y de personas para llevar.
Un aire impregnado de contaminación por las chimeneas que nos han matado durante años en mi ciudad… Un aire, diferente. Más frío, más delicado y se mete debajo de la piel entre la esencia del alma y el gastado cuerpo. Mientras el cielo parece correr llevándose a las nubes entre sus brazos.
El silbato del tren se lleva los recuerdos de los viejos pueblos, de las innumerables historias y al oírlo sientes un miedo que recorre el cuerpo, que te asfixia y te hace despertar todas las noches a la misma hora.
Los árboles quieren inclinarse a tocar el suelo con sus ramas más altas, intercalando sus deseos con cantos dedicados al viento que baila con ellos, moviendo sus hojas y arrancando sus íntimos recuerdos.
Niños enfermos, cajas de desenfriolitos y rollos de papel de dos pesos abundan en las escuelas de gobierno.
Los niños más afortunados, tienen padres que los mantienen cálidamente en sus hogares y con guantes y bufandas, aprisionan el calor en sus almas. Quienes no lo son, despiertan temprano, no para llegar a la escuela, no para recibir un desayuno sano, sino por el dolor que el frío les causa a la corta edad de sus cero ó hasta doce años.
Otra vez, Octubre ha llegado. Las noches parecen más largas, mientras el chocolate Abuelita y la Maizena son las bebidas preferidas bajo la luna llena.
La plazoleta y el jardín se vacían tempranamente. La plazoleta con un aspecto fantasmal y un brillo dorado de los árboles cubre el jardín principal; mientras sus vendedores acomodan todo en cajas exactas y el señor de las revistas guarda en una bolsita su dinero, la presencia de otros octubres les llega hasta los huesos.
Octubre, tú eres la depresión hecha mes. Pero no es ningún reproche. Te lo digo porque siempre me pasa algo por Octubre. Nostalgias de lo que pasó y miedo a lo que no conozco y pasará.
Octubre, eres más que el décimo mes de todo un año, más que el treinta y uno, más que las películas de Halloween y las fiestas sin sentido de los estudiantes y escuelas con ambiciones de ganar dinero.
¡Tú, sí Octubre, tú! Eres quien provoca que del clóset o ropero salgan los grandes cobertores, las fotografías familiares provocando risas, tal vez hasta llantos; y la sensibilidad está más fuerte que cuando uno le reza a los santos.
Siempre me pasa algo por Octubre… Siempre. Unas nauseas provocadas por el delirio de mis sueños, un pasado de mejores tiempos, una vida perdida entre juegos de niños, el tiempo detenido en los ojos abiertos, el reclamo de mis demonios internos y ver a un gobierno colapsando a un país con mentiras a su pueblo.
¡Quiero estrechar tu mano, Octubre! Pero pasas con la luna y entre las brillantes estrellas, mientras mis párpados van reflejando que a tu paso… a tu paso Octubre… provocas mis desvelos.