sábado, 11 de septiembre de 2010

Apocalipsis, rapsodia y bohemia a 200 años luz

J. Alfredo C. Morales

Y me vi en medio de una gran marea humana, peor que animalejos contagiados por un anhelo patriótico en libertad sin dueño; frenesí ridiculizado por el desconocimiento total de su historia.

Fue así que se rompió el primer sello de la desgracia, un simple grito de valor aparente; vi como el pueblo que coreaba cantos bélicos de victoria con estupor miserable por 200 años, se ahogaba en la inmundicia del desempleo, la crisis y una guerra ajena por yerba que he fumado libre. Bajo el yugo su cuello dobleguen, pues la peste inmisericorde de la desigualdad, doblego al pobre, pues lo vi jodiendo a su hermano el humilde, para lamerle las tetas al rico.

El segundo sello trajo consigo el colapso de la vanidad, vi como ante mis ojos tanta parafernalia despilfarradora se desmoronaba de manera frágil; y tus templos, palacios y torres cayeron por la codicia de los cerdos que las rodeaban, no valieron mas madre que nuestra propia chingada, y terminaron valiendo pa` pura fiesta pagana.

Con las voces de ¡Unión! ¡Libertad!, salieron las bestias del mismísimo Mictlàn, el tercer augurio resquebrajo el orgullo y amor a nuestros ancestros; no nos logramos ver ni como indígenas, ni como españoles; nacos a fin de cuentas, jodidos, pendejos, dependientes del imperio. Nos transformamos en la vergüenza de Quetzalcóatl y en la venganza de los desamparados a los que les hemos dado la espalda por más de 200 años libertarios.

De la brusca senda del olvido, el despojo y codicia nos maldijo con el más doloroso de los atentados al raciocinio y prosperidad; el cuarto sello trajo al maligno humo tempestuoso, malformación resultante del caudillismo fraternal; y lo bautizamos como Neoliberalismo disoluto; defendieron nuestra soberanía en las memorias innombrables de 68, y defendieron nuestra moneda como un perro rabioso. A su vez engalanaron su paso con dos corporaciones que fabricaban sueños, un monopolio de comunicación seducía a los desconocidos, y caían a una identidad solidaria; convirtiéndonos del si se puede, al ya se pudo.

Con el quinto sello se redujo a cenizas todo pacto de concordia; Un soldado en cada hijo te dio patria mía, mueren acribillados en tus fronteras, palacios y torres; fue cuando divise el mortero proyectil que mataba uno por uno los pasos del progreso, la violencia engendraba más violencia; y al tratar de querer ser salvados, los falsos mesías gubernamentales de vanagloriaban de acciones que embaucaban al pueblo y tiraban todo a la mierda. Y de los caídos en batalla no se veía gloria ni muertes dignas; ni ¡un sepulcro para ellos de honor!

No soporte tal humillación revelada ante mí, ¡Guerra, guerra! En el monte, en el valle, fueron las catástrofes que ahora presenciaban mis ojos, derretido el sexto sello, ni la compasión, ni misericordia se nos fue demostrada como pueblo, ahora todos corrían a donde pudieran… y el pez grande se come al pez pequeño… y el hombre se comía al hombre: vendíamos nuestra identidad, al mejor postor imperialista; ahora nos pateaban la cola con una piltrafa llamada globalización; Mas si osare un extraño enemigo, déjalo pasar como si nada, y deja que se robe la dignidad o mejor aun, que te la pague con un sueldo miserable.

Fue así que el séptimo sello no resistió, pues era demasiada la carga de la historia; de sus ruinas existan diciendo: De mil héroes la patria aquí fue; como esperanzados a seguir el ejemplo de una ideología de cambio radical; en el séptimo sello pude ver surgir la esperanza del mismo pueblo, para el pueblo; mas que tragedia, los héroes urbanos que se partían el lomo de sol a sol, supieron exigir con igualdad, anhelo y educación; pero sobre todo, sin el estomago vacio.

1 comentario:

  1. chido Fredy

    Nunca me hubiese imaginado una critica asi, al glorioso himno nacional.

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