Joel Eduardo Rico Vallejo
Aquella noche la recuerdo como la peor de mis andanzas, parecía que las estrellas perdían su intenso brillo, destello que gracias a mi abuelo aprendí a observar desde niño; se veía el interminable peregrinar de rostros sin vida, vacios como sus esperanzas; de almas sin siquiera un tenue rastro de luz.
Mi corazón se partía en cuatro partes cuando a lo lejos alcanzaba a verte regresar sin el fusil en tu mano, no supe si la sangre se había ya confundido con el rojo de tu uniforme de batalla; tampoco supe si de repente llovía incesantemente, pues cuando bajé la mirada, ya estaba parado sobre un inmenso charco de agua, mucho menos supe si en realidad eran lagrimas.
Se ve muy cerca otra batalla, y yo no me apartaré de tu lado, pues hice mía tu bandera, tu escudo y tus colores, pues te has convertido en el mayor de mis amores.
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