martes, 15 de junio de 2010

La caída

Ismael Chacón

Para Luis David

En este otoño. Las hojas de los árboles caen secas, tristes, inermes ante un viento irreflexivo. Amenaza con llover, con una lluvia tardía, leve y gris.

En la peluquería “La cima”, un viejo maestro ejerce, lentamente pero con gran destreza, su oficio. El cliente es un pequeño que no hace caso de su imagen reflejada en el espejo, ni de los calendarios y fotos que tapizan las paredes, tampoco en la guitarra acústica que descansa sobre una silla. Empiezan a caer las primeras gotas…

La cabeza inclinada oculta el llanto que sale de sus ojos, de esos ojos que no se admiran ante las aguas de colonia; la mirada rehúye a una mujer madura con los brazos cruzados, que a su vez lo mira altivo y satisfecho. Es el triunfo que cada mes se apuntan las buenas costumbres, la educación, la higiene, el miedo al qué dirán; las lágrimas se confunden con sus cabellos que caen. El llanto, es un llanto orgulloso, es la rebeldía contenida de sus cinco impotentes años.

Las hojas tristes y secas con arrastradas por el riachuelo y van a morir en el alcantarillado, ahí se cumpliría una vez más la ley eterna de la transformación.

La pertinaz lluvia prosigue con su tarea de limpiar la ciudad, las gotas –como si fuesen pequeños soldados de infantería- taladran pacientemente el hueco pavimento.

Los cabellos del pequeño continúan su caída, caen, caen, caen…

No hay comentarios:

Publicar un comentario