Por: Mauricio Ramírez Maldonado
La inspiración llega como una voluptuosa mujer a un lupanar de sodomitas, caprichosa permanece el tiempo que le da su gana, traviesa se esconde cuando se le necesita, es hiperactiva en la calma y lacónica en el estrépito, es un terremoto en Haití o el premio Nobel de la paz, gusta de fumar el tiempo de los desesperados, en algunas ocasiones vacila testaruda y pasa largas temporadas sin posarse en óleo o melodía, otras veces encajosa se resiste hasta ochocientas páginas, se le ha visto, no se sabe quien, danzando en partituras o brindando a la salud del diablo; corren vientos disfrazados de susurros que le acusan de tener voz de soprano y en disputas de borrachos se le crucifica con cincel y mazo, hace años, no se sabe cuantos, de un severo juicio resultó culpable, trata de musas y perioactivista, se le comprobó absolutamente todo, por lo que fue recluida en los manicomios, donde vaya que aprovecho su estancia, fornicó con todos.
El FBI sueña su retrato hablado, némesis, antagonista, hereje, liberal, justa, son sólo algunos de sus prestanombres, suele ser peligrosa para los imperialistas y un pan de dios en las fauces del ateo, todas las mañanas nace con el alba, lúbrica masturba al sol, mecenas dionisiaco que se viene en el ocaso y después del acto cierran las cortinas de la parda bóveda, piel de codorniz, pero ella escapa, lésbica llena a la luna, sátira regresa a los hombres que en sus malolientes lechos son convidados de luz, teta que darán a cuentagotas y en esporádicas dosis al resto de los mortales.
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